La desilusión esta al acecho, en confrontación eterna con el alma, siempre con su fría y dura expresión, asomándose y dejando entrever su desconfianza e inmadura forma de ser.
En sus manifestaciones destaca la tristeza y la desolación que a su paso deja embargando las las alegrías y felicidades; abarcando las tristezas y miedos.
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