sábado, 5 de febrero de 2011

El reencuentro

Nuestras miradas penetraron en lo más profundo de nuestras almas, tus ojos clamaron mi cuerpo, tu mente embelleció mi rostro y mi sonrisa apaciguo al sol, robando su luz e iluminando nuestro camino.

Tu cuerpo se torno pálido, tus nervios afirmaban que me amabas y tus palabras alababan el amor encontrado en las penumbras de la distancia.

Dulce princesa, tu aroma asemeja al de las flores en primavera, tu néctar alimenta mi ser y tu juramento de amor infinito son mis sueños en este mundo hipócrita y desvanecido.

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