Lugar de ilusiones encontradas en el espacio infinito, nuestro sitio alabado por el deseo y el amor sumerge nuestro ser en alegría y algarabía. Empapados huyen nuestros cuerpos librándose de la escoria llamada sociedad que salpica y ensucia nuestra conciencia, desplazando la naturaleza sabia y divina, transformándola en ente de consumo sin ideología.
Humanos nos gritan, claman nuestros nombres los muertos del día a día, una y otra vez regocijándose en su lecho llamado rutina, expectantes para ser vistos y destellando una sonrisa pasajera y superficial, imitando la cordialidad jamás heredada.
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