Eterna compañera de ilusiones y fantasías, perturbadora y melancólica amante de encuentros fugaces, compulsivos y frenéticos. El son de tus caderas al compas de mi danza macabra vuelve frenético y compulsivo hasta al más calmo.
El sentir de los alborotados tambores reviviendo lentamente a los muertos, que revolcándose en su lecho, anuncia nuestro destino sincero, el que en un día gris y lluvioso marco la nueva era.
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