Necesito recorrer tu cuerpo con mis manos, sentir tu fragancia pura y suave que se entremezcla con la brisa fresca, entrando por la puerta que da la bienvenida a nuestro lecho sagrado.
Tu movimiento en las sabanas, sutiles cuan sirenas en el agua y tu rostro embriagado de placer, reafirmaron este sentimiento encontrado recientemente y rescatado de las penumbras, congelándose en el tiempo y dejando a su paso miles de almas satisfechas y por segundos desposeídos de otros.
Este sentimiento se ha dado a conocer, despejando todo misterio y enigma, tomando el nombre de AMOR.