domingo, 13 de febrero de 2011

Enigma

Dejo sus papeles de trabajo sobre la mesa, fatigado por el sueño, sus ojos dejaban entrever el estrés provocado por la rutina que jornada a jornada se volvía más monótona e irritante y se dispuso a ir a la cama con las últimas fuerzas restantes en ese día.

Caminando por el pasillo oscuro que lo trasladaba desde su escritorio, hasta la habitación del otro lado de la casa, sintió ruido en el dormitorio de su hijo, situada del lado derecho del pasillo.

Al entrar descubrió a Dante mirando con detenimiento una película que por su intuición y la cara de horror del niño, suponía que era de terror.

- Dante, deja ya eso que es de madrugada – dijo Fausto en tono amenazante.

- Si papa!!, aguarda quisiera terminar esta escena, por favor – Exclamo el niño con sus ojos saltones y miedosos.

- A ver dime que es eso tan importante que estas mirando, y de lo cual dejas de lado tus obligaciones primarias, como es el descanso. – Expreso el, en un tono autoritario del cual estaba familiarizado.

El niño lo invito a sentarse junto a el en el borde de la cama y con sus manos pequeñas y temblorosas, giro la pantalla de su ordenador en el sentido donde se encontraba su padre, que sorprendido por la decisión de este, se dejo llevar instintivamente, dejando de lado su fuerte personalidad para sintonizarse de algún modo con el.

Las primeras impresiones que tuvo acerca de esta fue de sorpresa, luego después de mirarla por unos minutos, se sintió invadido, pero a su vez no podía dejar de observarla, algo (quizás sensibilidad) lo encadenaba a ella. Sus ojos manifestaban una emoción, que jamás había sentido en su vida. Una energía contingente recorría todo su cuerpo y los puntos mas intensos eran su cabeza y su pecho, su corazón parecía acelerarse segundo a segundo sin motivo aparente y su cerebro emitía pequeñas explosiones. Estaba en trance.

El niño al ver a su padre en ese estado, se asusto y pregunto si se encontraba bien. A lo que solo respondía; ESTOY NERVIOSO, ESTOY NERVIOSO, ESTOY NERVIOSO.

Al ver tal escena, Dante salio disparado al cuarto de su madre. Al entrar, la encontró durmiendo de lado izquierdo y con la almohada aferrada a su cabeza.

El niño de la forma mas suave e inocente que podía tener, la llamo, una, dos, tres veces, sin reacción de la otra parte, hasta que dio un grito que rajo las paredes. La madre despertó.

- Dante, que ha pasado hijo mío – Le susurro ella al oído.

- Papa se ha vuelto loco madre!!! - Grito el niño.

Al poco de decir estas palabras, la agarro fuertemente de la mano y arrastrándola con una fuerza sobrenatural la saco de la cama y la llevo a los tumbos hacia su dormitorio, donde se encontraba Fausto.

Lo primero que atino a hacer la madre fue quitar rápidamente al niño de la habitación, para evitar un futuro trauma. Una vez logrado que el niño estuviera fuera de esta, tomo al esposo, lo puso sobre su falda y lo miro detenidamente, lo que veía era desgarrador. Fausto no tenía mirada, esta se limitaba a un solo punto, su boca entreabierta emitía chillidos extraños, su respiración era tan rápida que el pecho se le inflaba a un tamaño nunca antes visto y su cuerpo comenzaba poco a poco a tener convulsiones.

Estefania estaba anonadada, su cara figuraba un desprecio por su marido y una repugnancia absoluta, lo único que atino a hacer fue empujarlo hasta sacarlo de la cama, cayendo Fausto y retorciéndose en el suelo cuan pez fuera del agua.

Dante entro al cuarto llevado por su incertidumbre y al ver a su madre parada delante del padre, sin realizar ningún movimiento para ayudarlo y con su rostro inexpresivo fue doloroso, llorando desconsolado, tomo a su padre y lo aferro con fuerza sobre su pecho, solo de esta manera cesaron las convulsiones hasta finalizar su trance.

Fausto retomo la calma, volvió así mismo, reincorporándose lentamente, sentado con la espalda apoyada en la cama y con su hijo abrazado a el, volvió a ser el mismo, pero Estefania sabia que no era así.

Sentía que su mirada no era la misma, aquella mirada que un 4 de Septiembre la enamoro había mutado, transformándose en morbosa y rozando el limite de la perversidad…

sábado, 5 de febrero de 2011

El reencuentro

Nuestras miradas penetraron en lo más profundo de nuestras almas, tus ojos clamaron mi cuerpo, tu mente embelleció mi rostro y mi sonrisa apaciguo al sol, robando su luz e iluminando nuestro camino.

Tu cuerpo se torno pálido, tus nervios afirmaban que me amabas y tus palabras alababan el amor encontrado en las penumbras de la distancia.

Dulce princesa, tu aroma asemeja al de las flores en primavera, tu néctar alimenta mi ser y tu juramento de amor infinito son mis sueños en este mundo hipócrita y desvanecido.